Vitamina E · (NO SINTETICA)
Vitamina E
La importancia de la aplicación inmediata del conocimiento; en este caso La dieta es mucho más importante que lo que normalmente creemos. Existen alimentos que nos pueden subir la presión. Hay otros que nos pueden subir el azúcar en la sangre, el colesterol. Algunos hasta nos pueden producir cáncer. Pero también hay alimentos que pueden hacernos más inteligentes, o más tranquilos, etc.
En el sentido más estricto, cualquiera de los nutrientes se puede convertir en un medicamento. Esto sucede en cualquier deficiencia. En una deshidratación, por ejemplo, el agua se convierte en el fármaco más adecuado para el paciente.
Un factor muy importante que contribuye a que un nutriente se convierta en medicamento, es la dosis. Hoy sabemos que, por ejemplo, la vitamina A, a dosis de 5000 U.I. diarias, actúa simplemente como un nutriente. En cambio a dosis de 200,000 U.I., la misma vitamina A actúa como un inmunoestimulante (es decir, que estimula a nuestro sistema inmunológico). Sin embargo, a dosis superiores, como 600,000 U.I. o más, actuará como un medicamento antitumoral. La vitamina A en forma de palmitato puede ser tóxica, ya que es liposoluble y se almacena en el hígado. Por lo cual, sólo debe utilizarse en forma emulsificada y bajo la supervisión de un médico. Hace poco tiempo se demostró q ue el ácido retinoico (una forma de vitamina A) estimula la regeneración de células auditivas en los mamíferos, lo cual, podría ayudar en la sordera neurosensorial.
La comunidad científica, al reconocer esta capacidad de los nutrientes de convertirse en medicamentos, acuñó un término nuevo para designarlos. Se llama Modificador de la Respuesta Biológica (MRB). Un MRB es un producto natural que tiene la capacidad de estimular a los mecanismos de defensa de nuestro organismo, sin provocar cambios fisiológicos importantes a las dosis adecuadas, tal es el caso de las vitaminas, los minerales, los oligoelementos, las bacterias amigas, las enzimas, los aminoácidos y otros productos vegetales.
Su importancia es tan grande en la actualidad, que durante el “Adjuvant Nutrition in Cancer Treatment Symposum” (Simposium sobre la nutrición adyuvante en el tratamiento del cáncer) realizado en Tulsa, se dedicaron varias ponencias al uso exclusivo de estos MRB.
Uno de los nutrientes que ha recibido mucha atención de parte de la comunidad médica ortodoxa, es la vitamina E. Además de todas las atribuciones que el pueblo le otorga a la vitamina E, últimamente se han realizado estudios muy minuciosos sobre su uso como un fármaco, en este caso, como un MRB. Por ejemplo, en un estudio realizado en la Univiersidad Uppsala de Suecia se demostró que la vitamina E tiene un efecto benéfico en la enfermedad cardiaca isquémica, por su habilidad de reducir la quimotaxis de los neutrófilos. Por otro lado, se ha verificado que la vitamina E puede reducir el tamaño del infarto al miocardio con una sola dosis alta o una baja dosis repetida. En otro estudio en la Universidad de Nápoles, Italia, se demostró que la administración de dosis farmacológicas de vitamina E es una herramienta útil para reducir el stress oxidativo y para mejorar la acción de la insulina en los pacientes diabéticos. También se ha demostrado que la vitamina E puede disminuir el daño tisular inducido por el ejercicio, así como la peroxidación de lípidos durante el entrenamiento de ejercicio.
En una revista médica llamada Movement disorders, se habla de la utilidad de la vitamina E en problemas neurológicos tales como la diquinesia tardía y en la enfermedad de Parkinson. Ambos padecimientos tienen posibles mecanismos que pueden ser explicados por la patología de los radicales libres. Puesto que la vitamina E es un antioxidante, puede ser benéfica para estas enfermedades. En un estudio doble-ciego, controlado, muchos pacientes mostraron más del 50 % de reducción en todos sus signos de la disquinesia. En los pacientes de Parkinson, se notó que tuvieron menos anormalidades, menos complicaciones por la terapia convencional y una mejor realización de sus actividades diarias.
Gloria Gridley, estadista del Instituto Nacional del Cancer de E.U.A. menciona que hay evidencia de que la vitamina E disminuye a la mitad el riesgo de cáncer oral (incluyendo el faringeo). En este momento, es importante recordar que fumar y beber causan aproximadamente el 75 % de todos los cánceres orales, por lo cual, es recomendable evitar estos malos hábitos.
La vitamina E fue aislada por primera vez en 1923, sintetizada en 1938 y se hizo accesible como complemento en 1941. El Instituto Shute clamaba muchos beneficios cardiovasculares de la vitamina E y en 1946 encontró que un hombre con angina de pecho severa, obtuvo una mejoría completa con la suplementación de vitamina E. Hubo un caso también de una severa púrpura trombocitopénica e insuficiencia cardiaca que mejoró en forma extraordinaria con la suplementación de vitamina E. El Instituto Shute afirmaba que había tratado a más de 30,000 pacientes, pero fue criticado porque mucho de su trabajo era anecdótico y no fue controlado. Algunos de los desarrollos bioquímicos clarificados en relación a la vitamina E, incluyen su habilidad para aumentar el colesterol HDL (el bueno) cuando está bajo, inhibición de la agregación plaquetaria (como la aspirina), modulación del metabolismo del ácido araquidónico y las prostaglandinas, reducción del tromboxano A2 y beneficio en la enfermedad vascular periférica como en la claudicación intermitente. La vitamina E puede prevenir la toxicidad de las catecolaminas, conocidas como las hormonas del stress y la formación de radicales libres. Cuando la vitamina E es deficiente, aumenta el riesgo de una cardiomiopatía asociada con la toxicidad de doxorubicina.
Una de las publicaciones de la Universidad de Harvard, The Medical Letter eliminó completamente el interés sobre los beneficios de la vitamina E durante muchas décadas. Dijeron, en aquel entonces, en 1950 que los estudios definitivos finales demostraban que la vitamina E no tenía ningún valor terapéutico para tratar enfermedades cardíacas. Hoy, estudios reportados que fueron conducidos en la misma Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard dicen totalmente lo opuesto. En un estudio, el Dr. M. Stampfer encontró que durante un seguimiento de 8 años, las mujeres que habían tomado al menos 100 U.I. de vitamina E diario durante 2 años, tuvieron un 46 % de menor riesgo de un sufrir un ataque al corazón. Esto se basó en el estudio de una población de 87,245 mujeres. El segundo estudio, en hombres, por el Dr. E. Rimm, basado en 51,529 sujetos, demostró un 37 % de menor riesgo. Se descubrió que no hay suficiente vitamina E en el alimento; el Dr. Stampfer estuvo tan convencido por los datos que él mismo está tomando la vitamina.
Ahora, científicos de la misma universidad nos están reportando una reducción en la enfermedad cardiaca que va del 35 al 50 %. Creo que es muy importante pensar en la trascendencia de este retraso y convertirlo en costos reales.
Sabemos que en la actualidad 40 % de todas las muertes (en los E.U.A.) son causadas por enfermedades cardíacas. Cada día 2,000 o cerca de 750,000 personas por año, mueren por una enfermedad cardiaca. Esto significa que cada año cerca de 375,000 menos gentes hubieran muerto, un ahorro de cerca de 1,020 pacientes diariamente. Es difícil calcular cuántos se hubieran salvado, si no se hubiera retrasado la aceptación de este conocimiento empírico, en aquel tiempo. La consecuencia es enorme. Ojalá alguien hubiera tenido por lo menos un poco de curiosidad para estudiar, como ahora, a fondo, los efectos terapéuticos de los nutrientes. El uso terapéutico de los nutrientes es la base de la medicina natural y es un método seguro, económico y efectivo.
Existen algunos estudios – aparentemente inconsistentes – que afirman que la suplementación con vitamina E, aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y hasta cáncer. Pero son muchos más los estudios clínicos que aseveran que hay beneficio.
Uno de ellos encontró que tomar 600 UI de vitamina E natural cada tercer día reduce significativamente el riesgo de las mujeres de morir por una enfermedad cardiovascular.
El análisis de los datos del estudio de la salud de las mujeres encontró que la vitamina E produjo una insignificante reducción del 7 % en los ataques al corazón y las embolias. El estudio le siguió la pista a casi 40,000 mujeres de edad media y ancianas por un promedio de 10 años.
Aunque los investigadores dijeron que no hubo una disminución importante en los eventos cardiovasculares, pero sí reportaron una reducción general del 24 % en muertes por enfermedades cardiovasculares.
Todavía más importante, las mujeres arriba de los 65 años de edad tuvieron casi la mitad de riesgo de morir de una enfermedad cardiovascular, comparado con mujeres que tomaron placebo. Este grupo de mujeres de mayor edad fue casi 34 % menos propensas a sufrir un ataque al corazón.
Según la conclusión del estudio, la vitamina E aparentemente no reduce el riesgo de cáncer. Pero tomemos en cuenta que la mayoría de los científicos piensan que para que desarrolle un cáncer, se pueden requerir hasta 20 años o más.
Algo muy importante es que los investigadores no encontraron efectos adversos a la salud por los complementos alimenticios de vitamina E (Lee IM, Cook NR, Gaziano MJ et al. Vitamin E in the primary prevention of cardiovascular disease and cancer. JAMA, 2005;294:56-65)
El programa Inter-Salud de la Organización Mundial de la Salud, implementado desde Marzo de 1991, aspira a promover la adopción de modos de vida sanos con el fin de prevenir muchas de las llamadas “enfermedades de la civilización”, en particular los ataques cardíacos, el cáncer, la diabetes, la hipertensión y la osteoporosis. En este programa se advierte sobre los efectos nocivos de las dietas desequilibradas, el hábito de fumar, el alcoholismo y la falta de ejercicio físico, así como el stress y la contaminación.
Por el Dr. Héctor E. Solórzano del Río.
Coordinador de Medicina Ortomolecular en el Centro de Estudios de Medicina Integradora de la Universidad Autónoma de Guadalajara y Presidente de la Sociedad Médica de Investigaciones Enzimáticas, A.C.
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