Energía para el corazón; la ribosa.
La bioquímica actual nos enseña que los carbohidratos están compartidos abundantemente en vegetales y animales, en los cuales tienen participación en la estructura y en el metabolismo. En los vegetales, por ejemplo, la glucosa se sintetiza mediante la fotosíntesis a partir de bióxido de carbono y agua, y se almacena como almidón o se convierte en la celulosa. Por otro lado, los animales tienen la capacidad de sintetizar algunos carbohidratos a partir de las grasas y las proteínas, pero el volumen mayor de los carbohidratos animales se obtiene al final de los vegetales.
El conocimiento de la estructura y las propiedades de los carbohidratos de importancia fisiológica es esencial para el entendimiento de la participación de éstos en la economía del cuerpo de los mamíferos. El azúcar glucosa constituye el carbohidrato más significativo. La mayor parte de los carbohidratos de la dieta se absorbe como glucosa al torrente sanguíneo o se convierte en ésta en el hígado, y es a partir de la glucosa que se pueden formar otros carbohidratos en el cuerpo. La glucosa constituye un combustible del tejido significativo de los mamíferos (excepto los rumiantes), y un combustible universal para el feto. La glucosa se convierte en otros carbohidratos que realizan funciones específicas. Podemos mencionar por ejemplo, el glucógeno para almacenamiento, ribosa en los ácidos nucleicos, galactosa en la lactosa de la leche, en ciertos lípidos complejos, y en combinación con las proteínas en las glucoproteínas y los proteoglucanos.
La ribosa es una azúcar de 5 carbonos (pentosa) que ocurre naturalmente en todas las células vivientes y forma la porción de carbohidratos de ADN y el ARN, los bloques edificantes de la vida. Esta azúcar es la que inicia el proceso metabólico para la producción de ATP. Como ya hemos descrito antes, el ATP es la principal fuente de energía usada por las células incluyendo el tejido muscular para funcionar normalmente.
La D-ribosa es una substancia dulce, sólida, soluble en agua que también se conoce como alpha-D-ribofuranósido. La L-ribosa no tiene actividad biológica.
En 1957 se descubrió que la ribosa es un intermediario primario en un ciclo metabólico importante, la vía del fosfato de pentosa. La vía del fosfato de pentosa es de importancia primaria en el cuerpo para la síntesis de energía, la producción de material genético y para proveer materiales usados por ciertos tejidos para hacer ácidos grasos y hormonas.
En el año 2004, un estudio conducido en el Instituto August Krough en la Universidad de Copenhagen en Dinamarca fue publicado en American Journal of Phisiology. Este estudio fue conducido por el equipo de esposos de Jens Bangsbo e Ylva Hellsten, 2 de los fisiólogos musculares líderes en el mundo y probaron que la administración de la ribosa incrementó significativamente el metabolismo energético en el músculo esquelético estresado y aceleró la recuperación de la reserva de energía una vez que fue vaciada. Los resultados de este estudio son altamente significativos cuando se considera el involucramiento muscular esquelético asociado con una insuficiencia cardiaca congestiva y en enfermedad vascular periférica y el impacto de la recuperación energética muscular esquelética después de un ejercicio de alta intensidad.
En un estudio sobre el rendimiento se demostró que en 4 semanas, el grupo que tomó ribosa experimentó un incremento significativo (+29.8 % ribosa versus +7.4 % placebo) en el número de repeticiones totales realizadas para las series de 10 hasta la fatiga muscular (Antonio J et al The effects of ribose supplementation, Am Coll of Sports Medicine, May 2001)
La administración oral de complementos de ribosa se usan para incrementar la función muscular, la recuperación, el rendimiento atlético, estimular la energía tisular muscular y mejorar la efectividad de la creatina, maximizar la producción de ribosa, llenar de nuevo las reservas de ATP y mejorar o mantener el salvamento y/o la síntesis de nucleótidos en el corazón y los músculos esqueléticos después de un ejercicio de alta intensidad . También se ha usado para mejorar la tolerancia al ejercicio, mantener o aumentar las reservas de energía en el corazón o las células musculares y mejorar la calidad de la vida en algunos individuos con problemas cardíacos. Ahora sabemos que los enlaces de alta energía de ATP son la fuente directa para las contracciones cardiacas (Pasque MK, Spray TL, Pellom Gl et al. Ribose-enchanced mocardial recovery following ischaemia in the isolated working rat heart. J Thorac Cardiovasc Surg 1980;80:506-16)
Como ya sabemos, la creatina monohidratada dona un fosfato al ADP, el cual entonces crea otro ATP. Es como una especie de reciclado. En cambio, la ribosa que también aumenta el ATP en nuestro cuerpo, lo hace de diferente manera que la creatina. En este caso, la ribosa es un verdadero bloque constructivo de ATP. En una molécula de ATP, hay una base llamada adenina, una ribosa y una cadena de fosfatos. Así que sin ribosa, no podemos sintetizar ATP.
En un estudio se concluyó que la ribosa mejoró la regeneración de nucleótido adenosina después de tandas extendidas de ejercicio de alta intensidad (Trappe S, et al. Effect of ribose supplementation on nucleotide depletion. Human Perfomance Laboratory, Ball State University, USA).
Cuando realizamos ejercicios intensos, nuestras reservas de ATP se disminuyen en forma dramática y se pueden requerir varios días para que nuestros cuerpos llenen de nuevo las reservas de ATP para lograr un rendimiento pico. Nuestros cuerpos no están diseñados para hacer ribosa lo suficientemente rápido para satisfacer nuestras necesidades de energía en estos casos y esa es exactamente la razón por la que necesitamos complementos nutricionales de ribosa.
Muchos atletas experimentan hipoxia como resultado de la actividad física intensa. La hipoxia ocurre cuando los músculos usan el oxígeno más rápido que lo que se les puede suministrar a través del torrente sanguíneo. Cuando el ejercicio físico intenso causa hipoxia, los niveles energéticos de ATP en las células caen y como ya lo mencioné arriba, se pueden requerir varios días para recuperarse esos niveles de energía. La ribosa complementaria ayuda a recuperar estos niveles de energía corporal más rápido.
En una investigación realizada en State University de Nueva Cork en Syracuse se demostró que los niveles de ATP durante el ejercicio en ciertos músculos pueden reducirse en un 21 %. Otros estudios han encontrado que hay disminuciones de hasta un 47 % en otros músculos.
La ribosa está presente en forma natural en los alimentos, pero sólo en cantidades muy pequeñas que no son muy accesibles para contribuir fisiológicamente. Su fuente dietética primaria es la carne roja, particularmente la ternera, donde se encuentra como un constituyente principal de los ácidos nucleicos que son abundantemente accesibles en el músculo. La ingesta dietética de ribosa es insuficiente para proveer cualquier apoyo nutricional substancial, especialmente a aquellas personas que sufren problemas patofisiológicos tales como enfermedades cardiacas, neuromusculares, vasculares periféricas y otras o aquellas personas que esperan recuperarse rápidamente del ejercicio hipóxico. La ribosa también es sintetizada en todas las células del cuerpo, pero solamente en forma lenta y en grados distintos, dependiendo del tejido.
Para muchos cardiólogos modernos que practican la cardiología metabólica, la ribosa es un complemento nutricional indispensable en cualquier protocolo de su especialidad en pacientes con problemas de falta de energía. Inclusive, algunos reportan que han logrado evitar el transplante de corazón en algunos de sus pacientes (Muller C, Zimmer HG, Gross M. et al. Effect of ribose on cardiac adenina nucletodies in a donor model for heart transplantation. Eur J Med Res 1998:330;879-87).
Varios estudios han demostrado que aparentemente lo que hace mecánicamente la contrapulsación externa mejorada, lo hace la ribosa pero bioquimicamente. Mientras que la contrapulsación externa mejorada empuja la sangre en el corazón forzandolo a llenarse, la ribosa suministra la energía que se requiere para permitir al corazón una relajación ventricular completa durante la fase diastólica del latido del corazón.
En 1958 se reportaron los primeros estudios humanos en el metabolismo de la ribosa en una revista de investigación clínica. Una serie de estudios conducidos por investigadores de los NIH demostraron que la ribosa en la sangre se absorbe rápidamente en los tejidos, que alguna ribosa se pierde en la orina y también se reveló como se distribuye la ribosa en los líquidos corporales. En la actualidad, sabemos que cerca del 97 % de la ribosa como complemento nutricional se absorbe y alcanza su nivel estable en la sangre en aproximadamente 30 minutos dependiendo del tamaña de la dosis.
Aunque la presencia de la ribosa en el material genético la convierte en una de las sustancias más esparcidas en el cuerpo humano, los científicos no podían encontrarla en la sangre y se pensaba que la ribosa podría no ser fisiológicamente importante en su forma libre.
Un científico alemán considerado el pionero en la investigación de la ribosa reportó 1992 que los corazones con falta de energía podrían recuperar sus niveles energéticos si se daba ribosa previa a o inmediatamente después de una isquemia (Zimmer HG. The oxidative pentose phosphate pathway in the heart: regulation, physiological significance and clinical implications. Basic Res Cardiol. 1992; 87:3003-316). En 1998 se descubrió el mismo fenómeno en el músculo esquelético. También se demostró, por primera vez que los efectos drenadores de energía de los medicamentos que hacen que el corazón palpite más fuertemente (agentes inotrópicos) podrían disminuirse si se daba ribosa junto con el medicamento. Estos científicos postularon y después probaron que la capacidad de la ribosa para formar 5-fosforibosil-1pirofosfato (PRPP) como el producto final de la vía del fosfato de pentosa era el paso limitante en la velocidad de la recuperación de la energia en el tejido hipóxico o isquémico y que la síntesis de energía no podía ocurrir si este compuesto no estaba accesible al tejido Zimmer HG. Significance of the 5-phosphoribosyl-1-pyrophosphate pool for cardiac purine and pyrimidine nucleotide synthesis: studies with ribose, adenine, inosine, and orotic acid in rats. Cardiovasc Drugs Ther. 1998; 12 Suppl 2:179-187).
La ribose mejora la tolerancia del corazón a la isquemia en los pacientes con enfermedad arterial coronaria. Un estudio randomizado y controlado con placebo demostró que la ribosa aumenta el tiempo para el surgimiento de la angina moderada y el tiempo para la depresión de la onda ST durante la prueba de ejercicio de caminata en la banda sin fin en este mismo tipo de pacientes (Pliml W von Arnim T, Stalein A et al. Effects of ribose on exercise-induced ischaemia in stable coronary artery disease. Lancet 1992;340:507-10).
Varios estudios muestran que la complementación con ribosa oral administrada durante ambos periodos de isquemia y de reperfusión incrementa significativamente los niveles de ATP (Chatham JC, John Challis RA, Radda GK et al Studies of the protective effect of ribose in myocardial ischaemia by using P31-nuclear-magnetic-resonance spectroscopy. Biochem Soc Trans 1985;13:885-6) y acorta el tiempo de recuperación de ATP (St Cyr JA, Bianco RW, Schneider JR et al. Enhanced high energy phosphate recovery with ribose infusión after global myocardial ischaemia in a canine model. J Surg Res 1989;46:157-62).
La ribosa mejora la función plaquetaria, pero además es útil en el tratamiento de insuficiencia cardiaca congestiva, enfermedad arterial coronaria, angina de pecho, cardiomiopatías isquémicas y otros padecimientos neuromusculares y musculoesqueléticos.
No deben tomar complementos de ribosa las mujeres embarazadas ni las mujeres lactantes, a menos que sean recomendados por su médico. No la deben consumir pacientes que sufran de gota, tampoco los hipoglicémicos, ni los diabéticos, excepto que sea bajo supervisión médica.