La enfermedad pulmonar obstructiva crónica es el nombre de un grupo de alteraciones respiratorias crónicas, lentamente progresivas que se caracterizan por una reducción máxima del flujo respiratorio durante la espiración forzada.
El enfisema es un problema médico que se caracteriza anatómicamente por un engrandecimiento permanente de los sacos alveolares y los ductos en los pulmones junto con una destrucción de las paredes de estos espacios. Además, hay una pérdida de los pequeños vasos sanguíneos que irrigan a estos espacios, resultando en que el tejido pulmonar se inflama y se endurece.
La causa principal del enfisema pulmonar es el cigarro que produce altas concentraciones de radicales libres de oxígeno (Rubenstein, E. and Felderman D., eds. Scientific American Medicine, New York: Scientific American 1982). Ciertos tipos de contaminantes ambientales también están ligados a una incidencia incrementada de enfisema pulmonar, incluyendo los humos de cadmio, que pueden encontrarse en altas concentraciones en el humo del tabaco, polvos, químicos laborales, infecciones de las vías respiratorias, deficiencia de alfa 1 antiproteasa y alergias. El enfisema pulmonar también ha sido asociado con úlceras gástricas o duodenales causadas por la acidosis respiratoria, una alteración ácida causada por un suministro insuficiente de oxígeno en los pulmones, lo cual resulta en una retención de dióxido de carbono.
El enfisema se produce a partir de un proceso inflamatorio que afecta las vías y los espacios aéreos. El aumento de la actividad de los oxidantes, combinado con la disminución de la actividad de los antioxidantes, proceso conocido como estrés oxidativo, se considera implicado en la aparición de la inflamación y el enfisema.
La primera y más importante cosa que debe de hacerse contra el enfisema pulmonar es dejar de fumar inmediatamente. Por otro lado, es aconsejable que el paciente evite los alimentos que forman mucosidad, tales como los productos lácteos, los huevos, la sal, la carne, los alimentos chatarra, los alimentos procesados y los productos que contengan harinas blancas.
Hay varios reportes científicos desde hace algunos años donde se describe cómo la nutrición puede aliviar las dificultades respiratorias que tienen millones de personas por estar enfermas de enfisema (Nov 1995 Health Revelations). Debido a que desgraciadamente la medicina ortodoxa convencional pulmonar es incapaz de producir una verdadera ayuda terapéutica, la terapia bioquímica nutricional sigue siendo aparentemente la única esperanza real de tratamiento.
El tratamiento convencional alopático consiste en dejar de fumar, utilizar broncodilatadores, glucocorticoides, el oxígeno complementario (el cual se considera la única terapéutica farmacológica documentada que altera los antecedentes naturales de la EPOC en los pacientes con hipoxemia en reposo), antibióticos y a veces hasta transplante de pulmón.
Uno de los nutrientes involucrados dentro de este proceso coadyuvante es la vitamina A. Cada vez son más los estudios clínicos que demuestran esta aseveración.
La evidencia clínica nos enseña que una dieta baja en carbohidratos simples es especialmente buena para las millones de personas que en nuestro país tienen enfisema pulmonar o bronquitis crónica. Estos 2 padecimientos son enfermedades pulmonares obstructivas crónicas. Para metabolizar a los carbohidratos, sobre todo cuando comemos mucho de ellos, se requiere más consumo de oxígeno que lo que se requiere para el metabolismo de las proteínas o las grasas. Esto también genera una producción de dióxido de carbono y dispara la síntesis de grasas.
La demanda respiratoria más grande del metabolismo de los carbohidratos crea un estrés fisiológico que puede precipitar una falla respiratoria en las gentes que sufren de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (JAMA, vol. 243, no. 14, p. 1444-47, 1980). Inclusive se ha visto que un pequeño cambio en la composición de las grasas y los carbohidratos de una comida, puede afectar significativamente a la respiración.
Se ha visto que aumentar la ingesta de grasas a expensas de los granos, el pan y otros carbohidratos, puede perceptiblemente reducir la disnea o mejorar la tolerancia de estas personas al ejercicio (Thorax, vol. 47, pp. 451-56, 1992).
Dentro de la medicina nutricional, hay varias substancias que pueden ayudar a los pacientes enfisematosos. Los ácidos grasos esenciales del pescado y del lino son fuentes complementarias de grasas. Por otro lado, el magnesio está entre los otros nutrientes vitales porque ayuda a relajar y de esta forma puede abrir los bronquios.
Los ya tan conocidos antioxidantes, particularmente la vitamina C y la vitamina E son también esenciales porque protegen nuestras células pulmonares del daño provocados por los radicales libres y además nos ayudan a neutralizar el daño por fumar y por la contaminación en el medio ambiente (Annals of the New York Academy of Sciences, Vol. 669, pp. 141-55, 1991).
Podemos citar otros complementos nutricionales útiles como terapia contra el enfisema. Tal es el caso de el zinc y la vitamina B-6, los cuales ayudan a quelar al cadmio. La conocida vitamina E natural (es decir con tocoferoles mixtos) para disminuir la dependencia del paciente de la terapia con oxígeno (John Bastyr College. Natutopathic Treatment Book. Seattle, WA: NCNM Library Reprint, 1984). La lecitina nos ayuda a reducir la tensión superficial de los líquidos en los pulmones, facilitando así su eliminación (Weiss, R. Herbal Medicine. Beaconsfield, England: Beaconsfield Publishers, 1988). Y para ayudar a reestablecer la elasticidad del tejido conectivo, podemos recurrir al uso de la lisina, el ácido fólico, la vitamina C y la ya mencionada vitamina A.
Ahora en día, los científicos tienen mayor evidencia para creer que un derivado de la vitamina A, el ácido retinóico puede en realidad revertir el daño pulmonar del enfisema.
En uno de tantos estudios, los investigadores indujeron un daño pulmonar tipo enfisema, en algunas ratas de laboratorio perjudicando los sacos alveolares, en los cuales el oxígeno y el dióxido de carbono son intercambiados continuamente entre los pulmones y el torrente sanguíneo. La destrucción progresiva de estos sacos alveolares, con el tiempo, perturba la respiración de la gente que sufre de enfisema, haciendo que su respiración sea muy difícil, sobre todo para exhalar y deshacerse del dióxido de carbono.
Pues bien, según los resultados de este estudio, después del tratamiento con ácido retinóico, los sacos alveolares de las ratas regresaron a su estado normal (Nature Medicine, June, 1997).
Pienso que no debemos de precipitarnos en sacar conclusiones y que se debe de hacer mucha más investigación antes de que sepamos hasta qué grado puede en realidad este tratamiento revertir el enfisema en los seres humanos. Inclusive, el patrocinador del estudio National Heart, Lung and Blood Institute hace una advertencia respecto a este mismo asunto. Sin embargo, creo que no sería muy adecuado esperar años enteros para que éste u otros patrocinadores aceptaran que sí hay suficiente evidencia de que los complementos de vitamina A (en esta forma en particular) pueden ser una parte útil en el tratamiento de los problemas pulmonares. La mayoría de los médicos orientados a la terapia nutricional consideramos adecuado aprovechar el conocimiento actual y ayudar a los pacientes enfisematosos que sufren tanto con su dificultad para respirar.
En otro estudio clínico, se tomaron fumadores masculinos con enfermedad pulmonar obstructiva crónica y se pudo correlacionar científicamente la mejoría en la función pulmonar con complementos de este nutriente (Am. J. of Clinical Nutrition, Vol. 64, No. 6, pp. 928-34, 1996). Los hombres fumadores, que tenían entre 43 y 74 años fueron divididos en 5 grupos basándose en la severidad de su enfermedad pulmonar y su grado de fumar. Las pruebas de funcionamiento pulmonar de los pacientes con los peores casos de enfermedad pulmonar obstructiva crónica mostraron la más grande mejoría después de tomar los complementos de vitamina A. Los investigadores concluyeron que los pacientes sufrían de una deficiencia local respiratoria.
El cuerpo puede convertir al betacaroteno y a la vitamina A en ácido retinóico. Por lo cual, es una buena idea preguntarle a nuestro médico ortomolecular si deberíamos incluir algún complemento en nuestro programa nutricional y/o terapéutico.
Ambos, el betacaroteno y la vitamina A son solubles en grasa, así que no los podemos metabolizar totalmente con una dieta baja en grasa. Para los interesados, la vitamina A se encuentra principalmente en los alimentos amarillos, como las calabazas, las mantequillas y las papas, así como en muchas verduras.
Es bueno recordar que cada cigarro nos quita 8 minutos de vida y que contiene aproximadamente 4,000 substancias tóxicas conocidas.
Es muy importante aclarar que debido a que la medicina ortomolecular es una especialidad profesional, no se recomienda el uso de complementos nutricionales terapéuticos sin la supervisión cercana de un médico especializado en este tipo de terapéutica.
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